6.11.11

Erradicando de nuestra vida un virus llamado Dogma

Erradicando un virus llamado Dogma

Pedro Naranjo Pérez
Temas: Sociología, Antropología, Educación

El ser humano debe eliminar el miedo … a ser libre.

Los seres humanos tienden a asociarse, tanto personal como ideológicamente. Se inculcan ideas y tradiciones en las nuevas generaciones, creando con el tiempo la sensación de una certeza, vaga y difusa, que no debe ser cuestionada. Ha nacido el dogma.

En este artículo analizaremos el origen y papel que las ideas dogmáticas ejercen en la sociedad, principalmente aquéllas amparadas en las creencias religiosas.



"El Señor dice que seais sumisas. Esposas, sed sumisas con vuestros maridos." (Michele Bachmann, Octubre de 2006).

Michele Bachmann, para aquellos despistados, es la actual representante republicana del 6º distrito congresista del estado de Minnesota. Además, es una de las nominadas a candidato republicano para las próximas elecciones generales en EE.UU., a celebrarse en noviembre de 2012. Esta mujer enérgica y de firmes convicciones se opone a todo lo que huela a "bien público", desde la reforma de la sanidad a seguros para desempleados. No contenta, pretende también abolir la seguridad social y el sistema federal sobre cuidados sanitarios para pensionistas.

Me pregunto si los estadounidenses, cuyas raíces son un culto a la libertad, estarían dispuestos a que su país (por tanto, ellos mismos) fuese gobernado por una señora de tan debatibles ideas.



Por desgracia, las ideas de esta mujer (al caso, de su partido, el Tea Party) no son algo aislado. En los últimos años, estamos asistiendo a la prolifeación de las conocidas como 'escuelas de fe', esto es, escuelas donde el programa educativo se halla decisivamente influenciado por la doctrina religiosa del centro. En particular, en EE.UU. el auge de las escuelas de fe de corte evangélico es vertiginoso; en el Reino Unido, no sólo los evangélicos, sino también los musulmanes disponen paulatinamente de centros adaptados a sus creencias. No en vano, el Secretario de Educación del gobierno británico, Michael Gove, pretende dotar a estas escuelas de fe con la capacidad para elegir al profesorado de acuerdo a sus ideas religiosas, discriminando así a profesores de posturas distintas pero igualmente cualificados para impartir lecciones de Literatura, Matemáticas o Idiomas [1]. Huelga decir que, desde el punto de vista de las escuelas de fe, resulta natural contratar profesorado que fomente en los alumnos la doctrina particular del centro. ¿Qué, pues, tienen de malo este tipo de escuelas? Volveremos a ello al final del ensayo.


Personas como la señora Bachmann o el programa de las escuelas de fe son el resultado de un largo proceso, milenario, cuyo origen, curiosamente, es completamente natural en la especie humana. Como el sociólogo David Lehmann sostiene:

"En nuestra vida cotidiana nos asaltan constantemente las dudas sobre lo que otras personas estarán diciendo, haciendo o pensando sobre nosotros. Si no fuese así, no seríamos humanos, pues la raza humana debe su unicidad, y su supervivencia como especie, a la habilidad para representar las ideas y sentimientos de otros" [2].

Lehmann aboga en su artículo por la necesidad de los sociólogos de considerar en serio los nuevos conceptos y explicaciones que van surgiendo en el campo de la antropología evolutiva, marco en el cual encaja perfectamente el comentario mencionado. En particular, investigacioones recientes permiten abordar la religión como un fenómeno socio-cultural con un importante papel en el desarrollo de la especie humana. A grandes rasgos, se defiende la tesis que la creencia en un ser sobrenatural conlleva ventajas evolutivas en términos de supervivencia. Fascinarse por las causas de los fenómenos tiene valor en tales términos, pues saber, por ejemplo, por qué una roca se despeña por la ladera de una montaña, casi aplastando su caravana de bueyes, brindaría a nuestros ancestros la posibilidad de eludir el peligro la próxima vez. Ahora bien, si las causas no se encuentran en la fenomenología natural conocida …, exacto, referencia a lo sobrenatural, debido a "nuestra propensión para representar en la mente un suceso en términos 'humanos', como si 'alguien' estuviese actuando", comenta Pascal Boyer, antropólogo evolutivo [3]. El colega de Boyer, Samuel Atran, es más directo, afirmando que "esquemas cognitivos para el reconocimiento e interpretación de agentes animados puede ser parte de nuestra herencia evolutiva, sirviéndonos para anticipar intención en las causas desconocidas de situaciones inciertas" (nuestro énfasis) [4]. Esta hipótesis se corrobora en experimentos tanto con bebés como con adultos, mostrando que "la identificación de objetos abstractos con agentes intencionales es espontánea y natural" [4].
Vemos, pues, que existe una explicación en términos evolutivos para la creencia en seres sobrenaturales, esto es, la fe. Más aún, también disponemos de una descripción antropológica para la difusión de tal fe, es decir, el conocido fenómeno de la religión. Resulta que "una pequeña proporción de creencias mínimamente antiintuitivas confiere al relato una ventaja mnemotécnica sobre relatos con ninguna creencia de esta índole o con demasiadas" [4].



Pues bien, permítanme que afirme lo siguiente: defiendo la tesis, basada en consideraciones del tipo esgrimidas, según la cual la pertenencia a un determinado código de conducta, una moral o ética, favorece la supervivencia. Muy sencillo: la elaboración de una norma consensuada fomenta la cohesión del grupo, que se desintegraría si cada individuo obrase de manera egoísta. Más aún, las personas exhiben propensión a confiar en personas relevantes para ellas. Así, por ejemplo, los bebés confían ciegamente en la bondad de sus padres a la hora de realizar cualquier acción. Otra muestra más de supervivencia: si los bebés obraran de manera descuidada sin control paterno alguno, la vida de dichos bebés estaría en peligro con demasiada frecuencia. Siguiendo con el razonamiento, si esta confianza en una especie de 'líder' o 'guía' se aplica a la humanidad en su conjunto, no es de extrañar que la historia de las civilizaciones esté plagada de seres sobrenaturales cuya 'misión' es velar por nuestra seguridad (y cuando tal seguridad queda en entredicho, se atribuye a un 'castigo' por falta de respeto hacia el ser sobrenatural de turno).






No se engañen. Circula desde los albores de la Humanidad el credo que la 'moral' es de naturaleza divina. "Si no hay nada [por encima de las personas] que ejerza de juez de las acciones humanas, cada cual hace lo que quiere y la vida es un caos", oigo asiduamente. Esta postura es descaradamente simplista, peligrosamente conformista y, me atrevería a añadir, con todos los respetos, sencillamente cobarde. No me malinterpreten. Critico la creencia que el ser humano es incapaz de construir su propio propósito en la vida, de dar un sentido a su existencia, sin ayuda sobrenatural. Si alguien se siente aliviado creyendo que las dificultades, que las hay, de la vida se compensarán en una supuesta vida eterna, que obre libremente. Huelga decir que no comparto esta visión, pero al menos hallo cierto sentido en ella (reconforta la esperanza en una vida mejor, si bien nunca recomendaría falsas esperanzas). Muy diferente, y es éste el problema, es adoptar una posición sumisa en la cual el comportamiento humano se subordina a reglas sobrenaturales, con el temor de una represalia en caso de violarlas.

No. Esto último no puedo, ni debo, tolerarlo. La moral es genuinamente humana. Las reglas que construimos en nuestras sociedades sirven, bien empleadas, para mantener la cohesión de la comunidad. Depende de nosotros conseguir y labrar un mundo mejor. Cierto es que he de respetar a las personas con posturas diferentes a la mía, lo que no implica, de ninguna manera, que no critique abierta y enérgicamente el error a toda referencia a lo sobrenatural como guía de las personas.

"¿Qué tienen, pues, de malo las escuelas de fe?", preguntaba. Sencillamente la idea de indoctrinar a sus alumnos con creencias obsoletas, anacrónicas y carentes de toda actitud crítica. Eduquen a sus hijos y alumnos con valores que permitan la convivencia pacífica, pero no caigan en el error de imponer sus creencias, mucho menos aún de aplicar tales creencias en ámbitos que ya no les corresponden. Si estos alumnos descubrieren por ellos mismos la fe, cualquiera su tipo, respetados serán, pero en tal caso la hubieren hecho propia, no simplemente heredado.

Referencias

  1. Teachers will face faith discrimination, Richard Garner, The Independent (viernes, 18 febrero 2011).
  2. The cognitive approach to understanding religion, David Lehmann, Archives de sciences sociales des religions (2005).
  3. Religion explained: the human instincts that fashion gods, spirits and ancestors, Pascal Boyer, Heinemann, London (2001).
  4. In Gods we trust: the evolutionary landscape of religion, Samuel Atran, Oxford University Press, New York (2003).

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