10.1.12

El diseño gráfico como acto hermenéutico


El diseño gráfico
como acto
hermenéutico

Mario Hernández González
Universidad Autónoma de Aguascalientes



Introducción

En el siguiente trabajo se debate la esencia del diseño gráfico al identificarlo como un acto de naturaleza hermenéutica. Lo anterior estará encaminado a demostrar que el trabajo del diseñador debe entenderse como una acción a través de la cuál se crean discursos visuales que estarían sujetos tanto a la interpretación como a la traducción de la intencionalidad comunicativa del usuario por parte de quien diseña. De este modo, un diseño pensado como un discurso visual abierto a la interpretación, plantea la posibilidad tanto para una hermenéutica que aspire a la comprensión como a una retórica que privilegia la persuasión. Ambas disciplinas estarían en cierto modo vinculadas entre sí y serían correlatos en cualquier acto de diseño. 
 
Buscaremos analizar la naturaleza del acto comunicativo del diseñar a partir de la relación diseñador-usuario y trataremos de explicar cómo es que esta relación plantea profundos temas vinculados con la problemática general del lenguaje.
¿De qué se ocupa propiamente la hermenéutica? ¿Qué relación guarda con el diseño gráfico? ¿Se puede hablar de un trabajo de diseñar que parta de principios hermenéuticos? ¿Existe vinculación entre el comprender y el persuadir?

En lo que sigue encontraremos tres apartados que intentarán dar una respuesta a las cuestiones planteadas. En primer lugar analizaremos brevemente la hermenéutica a partir de sus orígenes en Grecia. En segundo lugar, abordaremos el papel del diseñador en los juegos de las interpretaciones y traducciones de la intencionalidad de un cliente o usuario. Finalmente estableceremos líneas de relación entre la hermenéutica y la retórica a partir de la búsqueda de comprensión de la intención comunicativa del cliente y la persuasión en la construcción de ese mensaje.




Interpretación, comprensión y traducción

La hermenéutica es, en principio, la técnica de la interpretación de testimonios escritos que surge entre una comunidad cuando ésta se enfrenta a la necesidad de acceder al significado de algún texto. En sus orígenes empezó como la técnica para descifrar los oráculos, mensajes de los dioses traídos los hombres por su mensajero Hermes. Así, la hermenéutica interviene cuando una comunidad busca comprender un mensaje cuyo sentido no es claro. Esta necesidad de comprensión de los mensajes surge entre la colectividad cuando ésta reconoce que entre ella y el texto se ha abierto una distancia. La conciencia de la distancia entre el sentido y el mensaje se ha asociado con el historicismo, aunque por otro lado esta separación sentido-texto puede también darse no sólo por distancia histórica sino también por una carencia de contexto. En Maurizio Ferraris podemos leer:

El carácter ahistórico (en el sentido que se entiende modernamente el carácter histórico del conocimiento) inherente a la antigua hermenéutica, constituye un hecho digno de atención porque en los dos propósitos que la han dominado desde el comienzo, le hermenéutica está íntimamente vinculada al problema de la historicidad… el hermeneuta es un intérprete, un mediador que sobre la base de su conocimiento lingüístico hace comprensible lo no comprendido, lo que ya no se acierta a comprender. El obtiene esto, sustituyendo una palabra que ha dejado de ser clara por otra que corresponde al nivel lingüístico de sus lectores1

Esta conciencia de la distancia entre el sentido y su comprensión es lo que da origen a esta disciplina. Como es sabido, en la antigua Grecia era práctica -hasta cierto punto común- el asistir al templo de Apolo a realizar consultas sobre lo que deparaba el destino. El oráculo era el sitio donde el dios revelaba a los hombres los secretos del futuro. Para los griegos el tiempo no era lineal si no que era un eterno retorno vinculado con los ciclos de la tierra, de este modo el futuro era algo que podía conocerse y el destino jugaba un papel crucial para el pensamiento griego; era una fuerza implacable de la que ni siquiera los dioses podían escapar2. Recordemos el caso de Edipo y el cumplimiento puntualmente su destino. 
 
El destino para los griegos era algo sumamente importante y el oráculo era el lugar para conocerlo. El más famoso de todos era el de la ciudad de Delfos. Ahí las sacerdotisas, según María Zambrano, mascaban una mezcla de hiedra y Laurel para entrar en éxtasis e invocar al dios Pitias-Apolo3. El dios Hermes era justamente el encargado de traer los mensajes a los hombres. Pero la lengua divina se revelaba incomprensible para los hombres, por lo tanto había la necesidad de interpretar lo que las sacerdotisas decían. Así al arte de interpretar los mensajes del dios Hermes se le llamó Hermenéutica y al sentido impenetrable, sellado o secreto se le llamó hermético.

De este modo, al arte de interpretar los mensajes divinos se le vinculó con el dios Hermes: mensajero, creador del lenguaje y la escritura, asociado con el dios Toth egipcio. La iconografía lo representa con los pies alados y con un caduceo en la mano (un bastón con dos serpientes que representan la concordia, el comercio y la medicina). Es también el dios de los caminos y según Mircea Eliade su nombre proviene de los montones de piedras que se juntan en los caminos (hermaion) y que cada caminante va agregando. Del mismo modo, este dios tiene la virtud de no perderse en noche, por lo que también se le considera como el patrón de los ladrones. Su figura es entonces ambivalente pues aunque por un lado es dador del bien más grande –el lenguaje- es también un engañador y un bribón. Esta idea de ambivalencia de Hermes se representa como la palabra que se “da” que se “otorga al otro” como un regalo, pero que al mismo tiempo, es la fuente del engaño o el malentendido ya sea deliberado o no. Visto así, la hermenéutica al igual que el dios Hermes, -el de las sandalias de oro, veloz e insuperable— trata de recuperar el sentido de las cosas, puede transitar por cualquier sentido por oscuro que parezca y no se extravía en la noche del sin sentido.

Es de esta manera que la hermenéutica nace asociada a la interpretación de mensajes poco claros, a la traducción de mensajes en otras lenguas y finalmente aspira a lograr la comprensión. Así, pronto se convirtió en la técnica para tratar los textos que se iban alejando de presente vivo de la comunidad, de ahí que las primeras aplicaciones de la hermenéutica se dieran en la interpretación de textos bíblicos. 
 
En la actualidad designa a una línea de investigación teórica que asume la búsqueda de la comprensión, la interpretación y/o traducción del texto como su elemento fundamental. El objeto de la hermenéutica es el texto, aunque en esto hay que aclarar que el texto puede ser entendido en un sentido amplio. Ricoeur distingue entre el texto escrito, el diálogo y la acción significativa. Dicho en otros términos, el texto será cualquier realidad sujeta a la interpretación. Por tanto, podemos concluir, que lo que la hermenéutica considera, lo hace siempre desde un texto, es decir, desde una realidad susceptible de ser contextualizada.

Pero no cualquier texto interesa a la hermenéutica, si no sólo aquel que se muestra poco claro, aquel en el que falta la comprensión. Es decir, la hermenéutica es necesaria ahí donde el sentido se ha roto, se ha fragmentado o se oculta. El texto difuso, oscuro o ambiguo es el que requiere la acción interpretativa. El acto hermenéutico es aquel que aspira a recuperar el sentido de los textos, es decir el que aspira a una interpretación y/o traducción orientada al logro de la comprensión. Pero justo ahí, donde se busca el acto del comprender es necesaria la reconstrucción de la intencionalidad original del emisor.

En el campo de la teoría hermenéutica es Dilthey quien reconoce a las llamadas ciencias del espíritu como disciplinas de la interpretación –en oposición a las llamadas ciencias de la naturaleza- y a Schleiermacher le concede el status de ser el creador de la hermenéutica filosófica, ya que es este pensador quien por primera vez incorpora la idea de que la hermenéutica se ejercita ya no sobre pasajes oscuros si no que busca la comprensión total del texto; resalta sobre todo la motivación psicológica del autor (intención); señala la noción fundamental del “malentendido” como centro de la actividad hermenéutica fuera de los límites textuales; así mismo concibe la interpretación como reconstrucción del sentido y reconoce la imposibilidad de una comprensión plena o total. De este modo nos lleva a pensar que los límites de la hermenéutica serían los límites del propio lenguaje4. El trabajo de Schleiermacher sentará las bases para el desarrollo posterior de una ontología hermenéutica desarrollada por Heidegger en Ser y Tiempo, que a su vez influirá de manera determinante en Verdad y método del filosofo alemán Hans-George Gadamer5.

Este breve recorrido nos permite plantear que el acto hermenéutico es aquel ejercicio ya sea de traducción o interpretación que busca descubrir la intención original del creador del texto –ya sea en forma de oralidad, escritura, acción o discurso visual- donde esta acción nos llevaría reconstruir el sentido original del texto, es decir su comprensión. De este modo podemos abrir espacio para un cuestionamiento: ¿en qué medida podemos pensar la actividad de diseñar gráficamente como un acto de naturaleza hermenéutica? ¿podemos hablar de una interpretación, traducción en el acto de la construcción de mensajes visuales, en síntesis de su comprensión?


El diseño gráfico como construcción de sentido visual

Para efectos de este trabajo partiremos de la idea de entender al diseño gráfico como la actividad que consistente en la configuración de mensajes visuales. 

Aunque si bien, esta definición pudiera parecer demasiado general, es en cierto modo la que puede dar cuenta de una actividad de su complejidad. Creemos en que al diseño gráfico le atañen todos aquellos aspectos de naturaleza visual que pretendan una construcción intencional de un mensaje estético-persuasivo, de ahí su vinculación con la fotografía, el cine, el video, las páginas web, etc., además de las áreas tradicionales, como lo sería la elaboración de carteles, diseño editorial y empaque de producto. En síntesis, un diseñador gráfico sería en gran medida un profesional de la mirada.

Si partimos de la idea del diseñador como profesional de la mirada, tenemos que el elemento común sería el de la configuración intencional de mensajes estéticos que buscan capturar la atención de un receptor preponderantemente masivo cuyos fines pueden ser comerciales o ideológicos.

Una de las principales objeciones que se puede poner a un diseño gráfico que se presente como un acto de naturaleza hermenéutica puede provenir de su falta de especificidad, respecto al enfoque a partir del cual llevaremos a cabo los análisis. Es decir, se pueden plantear cuestiones tales como ¿es necesario el ejercicio interpretativo de un mensaje visual diseñado? ¿puede hablarse de un público masivo enfrascado en la labor de interpretar, o traducir el mensaje visual? Ciertamente los planteamientos anteriores nos llevarían a unidades de análisis interesantes, que muy bien podrían desembocar en una negación de diseño como acto hermenéutico. Sin embargo, el enfoque con el que estaríamos abordando la problemática sería inexacto. Las objeciones provienen en todo caso de pensar al diseño desde la perspectiva del receptor, aunque si bien, este enfoque puede abrir caminos interesantes para la reflexión, no es justamente la que pretendemos abordar en este trabajo. Es decir, las objeciones no son del todo pertinentes si asumimos que cuando hablamos de diseño gráfico como acto hermenéutico, lo hacemos desde el punto de vista del diseñador y no del receptor, dicho en otros términos: el diseño gráfico es un acto hermenéutico pensado desde la relación cliente6-diseñador. Hablamos de su hermeneuticidad en el proceso de creación y no tanto de su recepción. El acto que da origen a un diseño es un acto de naturaleza hermenéutica que implica, traducción, interpretación y comprensión por parte del diseñador.

Ahora bien, si consideramos que el diseñador gráfico es un profesional de la mirada y si el análisis partirá del acto a partir del cual este profesional genera los mensajes, surge entonces el planteamiento ¿porqué se afirma que esta acción es de naturaleza hermenéutica?

Como vimos la hermenéutica implica tres dimensiones: interpretación, traducción y comprensión. En la práctica profesional los mensajes creados por los diseñadores pocas veces son propios, es decir, generalmente los mensajes con los que el diseñador trabaja son producto de la intencionalidad comunicativa de un usuario que requiere la configuración más convincente de su mensaje. En este sentido se puede entender que, en la mayoría de los casos de la práctica profesional, el diseñador tiene por principio que ocuparse de un ejercicio que involucra una adecuada comprensión de la intención original del usuario. Resulta obvio señalar que si un diseñador no ha comprendido esta intención difícilmente podrá llevar a cabo el trabajo de diseño. Es decir, la comprensión de la intencionalidad comunicativa del usuario es elemento fundamental para el diseño. Comprender la intención del usuario es comenzar a diseñar. Sin el acto hermenéutico del comprender, la actividad de proyectar posibilidades de configuración visual se hace difícil.

¿Cómo se accede a la comprensión de la intencionalidad originaria del cliente? La dimensión hermenéutica del diseño se completa con la traducción.

Traducir significa trasladar sentido. En general asociamos la labor de la traducción a elementos lingüísticos. Es decir, el campo natural para ésta sería la búsqueda de equivalencia entre las lenguas. Se entenderá que cada una de las lenguas posee un sentido que debe ser trasladado a otra lengua. Sin embargo, es sabido que dada la complejidad que cada lengua implica no se pueda lograr una equivalencia total. En todo proceso de traducción hay una parte de sentido que se pierde. El traductor debe poseer la sutileza necesaria para poder llenar esos huecos de sentido que deja la traducción. Es sabido el lugar común que a partir de Benedetto Croce asocia al traductor con el traidor. La traición consistiría en no poseer la sutileza necesaria para llenar los huecos naturales de toda traducción. Esto lo podemos ver claramente en el caso del poema lírico, donde se dice atinadamente que no es posible lograr una traducción fiel del poema de una lengua a otra y que en todo caso estaríamos ante la reescritura de un nuevo poema. La traducción del poema es otro poema, como lo dice atinadamente Octavio Paz. De este modo para acceder a la comprensión de una lengua que no sea la materna, se requiere trasladar el sentido, en el entendido de la pérdida que implica el no acceso total a la intención total del autor. Sin embargo no sólo se da una pérdida si no que también existe lo que podríamos considerar como una ganancia. Al respecto nos dice Gadamer:

En todo caso es un mandamiento hermenéutico reflexionar, no tanto sobre los grados de traducibilidad, cuanto sobre los grados de intraducibilidad. Importa dar cuenta de lo que se pierde cuando se traduce y quizá también lo que se ganó con ello…7

De este modo, hay una suerte de pérdida de sentido en la traducción que el diseñador hace de la intencionalidad del usuario pero, así mismo, existirá una ganancia. Gadamer continua:

Pero, con todo, precisamente por ello, las traducciones, son a veces, para quien conoce el original, verdaderas ayudas a la comprensión. Las traducciones de escritores griegos o latinos al francés o de escritores alemanes al inglés tienen, con frecuencia, una univocidad asombrosa y clarificadora, esto puede ser una ganancia8.

Esta “ganancia” puede ser pensada sobre todo como las sugerencias que el diseñador hace al usuario respecto al mensaje. De esta forma haría suya la máxima hermenéutica de Schleiermacher que afirma que el acto de la interpretación aspira a comprender la intencionalidad del autor mejor que el autor mismo. 
 
Es así que la traducción implica también vínculos importantes con la hermenéutica. Traducir es interpretar, es búsqueda de comprensión y reconstrucción. Como se señaló, el llevar el sentido de una lengua a otra es desde los orígenes, una de las principales labores del hermeneuta. El trabajo de los intérpretes de los mensajes que traía el dios Hermes era trasladar el sentido de la lengua divina a lengua humana. En cierto modo la exégesis bíblica obedecía a este mismo principio. La recuperación y reconstrucción del sentido revelado es en cierto modo traducir a términos humanos la intención de Dios.

El trabajo del diseñador en relación con la intención del usuario se convierte en una labor de traducción de elementos lingüísticos a elementos visuales. De cierto modo, toda la labor de diseñar, en el ámbito de la actividad profesional, puede ser entendida como una suerte de traducción. El usuario tiene una intencionalidad de comunicación: un sentido que transmitir. Tiene un mensaje que quiere hacer llegar a un receptor, sin embargo, se puede decir, que éste no habla la lengua del receptor, donde esa “lengua” es planteada en términos visuales. El usuario verbaliza su intención comunicativa, se la hace saber al diseñador, quién, debe comprender la esencia de esa intencionalidad, acceder al sentido, para después hacer una “traducción” a términos visuales. El paso de la verbalización del sentido a la construcción de la imagen diseñada se da a través de la intermediación de la traducción. Comprensión y traducción operan en términos necesarios previos a la proyección. La idea de un diseñador como un traductor de la intencionalidad del cliente termina por ubicar a esta actividad en connotaciones marcadamente hermenéuticas.

Si como vimos, el objeto de estudio de la hermenéutica es el texto polisémico –aquel que está abierto a la interpretación- tenemos entonces que esta intencionalidad del usuario expresada de manera verbal, se convierte en asunto hermenéutico porque admite varias posibilidades de resolución. Es decir no hay un sentido unívoco que determine la traducción a elementos visuales, sino que por el contrario, la traslación de sentido de las palabras a imágenes admite una amplia gama de posibilidades de resolución. Es decir, la expresión verbal de la intencionalidad comunicativa del usuario es de naturaleza polisémica, por lo tanto será de interés para la hermenéutica. Esto lo podemos ver claramente con el hecho de que ante una misma problemática, distintos diseñadores pueden llegar a establecer resoluciones distintas. 
 
Resumiendo podemos afirmar que el acto de diseñar puede ser pensado como un acto de naturaleza hermenéutica al menos por tres razones

1.- El diseñar implica el acto del comprender la intencionalidad original del usuario.
2.- El acto de diseñar es una especie de traducción de elementos lingüísticos a elementos visuales.
3.- La intencionalidad que el usuario expresa de manera verbal es un amplio campo para la interpretación de cada diseñador.
Como se puede ver, la naturaleza hermenéutica de la configuración de elementos visuales, explicaría en gran medida, al diseño como un acto complejo de amplias implicaciones comunicativas.


Diseño gráfico, hermenéutica y retórica

Desde sus orígenes más remotos, ha existido una fuerte vinculación entre retórica y hermenéutica, sin embargo, hay que resaltar que la poca atención que en el pensamiento griego recibió la hermenéutica se debe a que mucho de lo actualmente se asocia con ella se adjudicó primeramente a la retórica. Recordemos que dentro de la tradición socrática la retórica era sinónimo de perversión9.

Ambas disciplinas compartían el status de techné y una relación de complementariedad. La Retórica se entendió como la técnica de creación discursos, encaminados a lograr la persuasión, y la hermenéutica por su parte, sería la técnica encaminada a lograr la comprensión de estos discursos. La influencia ganada en el campo de la retórica jurídica hizo que la hermenéutica se subordinara a ésta. De hecho, los primeros análisis del lenguaje se dan entre los sofistas que eran maestros de retórica y es justamente entre los sofistas donde el lenguaje es entendido como un enorme conjunto de metáforas flexibles, cuyo sentido puede ser trasladado. La palabra en los sofistas es una herramienta que debe ser usada. No hay pues una verdad única a las que las palabras refieran, sino que la verdad será relativa y dependerá de quien argumente o use la palabra. El hombre como medida de todas las cosas.

En el fondo tanto Platón como Aristóteles asumen la existencia de una verdad que puede ser comunicada y la de un lenguaje capaz de expresarla. El lenguaje en el sentido clásico será hasta cierto punto transparente y claro. Por lo tanto los dos filósofos se ocuparán poco de los sentidos múltiples o ambiguos pues la verdad no estaría sujeta a la interpretación.

Toda retórica parte del hecho de que la verdad es relativa, pero esta relatividad de la verdad se afirma en el hecho de que las palabras pueden adquirir diferentes connotaciones. La palabra como instrumento de la verdad puede ser modificada en su sentido a fin de cautivar y convencer. De cierto modo la palabra es asumida en la retórica como metáfora, y como tal no debe ser leída desde sí misma en un sentido lineal, sino que exige una interpretación. La sutileza en la comprensión de la metáfora es requisito indispensable para su lectura, pues exige del receptor una labor sutil de interpretación. 
 
Así, la retórica piensa al discurso en términos flexibles y metafóricos que, justamente por ser así, logran la persuasión. Serán estas cualidades las que terminarán por vincularse con la hermenéutica, pues el texto metafórico, aquel que lleva un decir más allá de lo inmediato y que no se muestra claro, es el que está sujeto a la interpretación. 
 
Así se entiende que la construcción de discursos convincentes y persuasivos, implica necesariamente que el retor, comprenda el sentido de lo que quiere decir, que prevalezca su intención comunicativa originaria.

En el caso del diseño gráfico, existe toda un a tradición teórica que lo presenta como un discurso visual de naturaleza retórica. En cierto modo, podríamos decir que existen razones sólidas que nos llevarían a suponer que esto es así. No pretendemos en este trabajo poner en entredicho la naturaleza retórica del diseño gráfico, pues eso implicaría un tratamiento aparte, sino que lo se quiere hacer notar es que si partimos de la aceptación de que el diseño involucra valores retóricos, es entonces factible establecer a su vez vínculos con la hermenéutica, pues como se vio, ningún discurso puede ser generado si el emisor no comprende la intencionalidad de aquello que quiere comunicar. El proceso de construcción del discurso persuasivo –aquel que recurre a las metáforas, sinécdoques, metonimias… etc.- es un proceso que parte de la búsqueda de claridad en el sentido, y justo por eso, por acercarnos lo más posible a la comprensión, es que podemos decidir cuál es la mejor estrategia persuasiva que reforzará esta intencionalidad. Dicho en otros términos, el acto de diseñar es hermenéutico en la medida en que aspire a la retórica. Toda persuasión implica que el que persuade comprenda el sentido de los medios que usará para lograr su objetivo.




Conclusiones


Como vimos, la hermenéutica es una disciplina que involucra la traducción e interpretación de textos ambiguos en aras de la comprensión. Esta disciplina que nace en el contexto griego ha tenido un desarrollo importante hasta nuestros días.

El diseñador gráfico, como constructor de sentido visual o profesional de la mirada involucra actividades de traducción e interpretación de las intencionalidades comunicativas de los clientes o usuarios, por lo tanto, el acto de diseñar puede ser pensado como un acto que parte de una comprensión por parte de quien diseña.

Por otro lado el discurso que el diseño gráfico construye es uno que busca necesariamente lograr la persuasión o el convencimiento del receptor, es un discurso que parte de principios retóricos y que pretende lograr cierta influencia dentro de un auditorio, es decir, involucra principio retóricos. Como se vio toda retórica supone una hermenéutica. Por tanto, nos parece que el diseño gráfico como actividad humana, puede ser prensada en términos hermenéuticos. El pensarlo así, abre nuevas posibilidades desde el punto de vista epistemológico, pues queda abierta la actividad del diseño a la interpretación del propio diseñador, será entonces una actividad que privilegia la creatividad, la postura personal de quien diseña y no así una actividad sujeta a un conocimiento unívoco –como podría ser la pretensión de aplicarle el modelo de las ciencias de la naturaleza- que generaría resultados predecibles, planos o aburridos, pero justo por esta dimensión hermenéutica del diseño gráfico es que la disciplina se adscribe a las posibilidades de la creatividad.









Fuentes

BERISTÁIN, Helena, Diccionario de Retórica y poética, Porrúa, Primera edición, México, 1985.

BERINSTÁIN Helena y Mauricio Beuchot (compiladores) Filosofía, retórica e interpretación, UNAM, Primera edición, México 2000

FERRARIS Maurizio Historia de la hermenéutica, trad., Armando Perea. Primera edición, México, Siglo XXI, 2002, 274p.

GADAMER Hans-Georg. Arte y verdad de la palabra, Paidos Studio, trad., Francisco Zúñiga García, Primera edición, 1998, Barcelona.

__________ Verdad y Método. Ediciones Sígueme-Salamanca. Tomo I Colección Hermeneia. Sexta edición. 1996

HEIDEGGER, Martín, El ser y el tiempo, F.C.E., Trad., José Gaos, sexta reimpresión. México, 1993.

RICOEUR Paul. Freud. una interpretación de la cultura. Siglo XXI Trad. Armando Suárez. Décima edición México 2002

VATTIMO Giani. Las aventuras de la diferencia. Altaya. Colección Grandes Obras del pensamiento contemporáneo. Barcelona 1999.

ZAMBRANO María, El hombre y lo divino, FCE, México 1985


1 FERRARIS, Maurizio, Historia de la Hermenéutica, Siglo XXI( p. 16)
2 A este principio que regulaba la vida de hombres y dioses los antiguos griegos le llamaban Moira y era un ley superior que hacia cumplir los destinos. Puede pensarse en cierta relación con el Karma orientalista.
3 Cfr. ZAMBRANO, María, El hombre y lo divino, FCE, sobre todo el capítulo IV “los templos y la muerte en la antigua Grecia”, (p. 321).
4 Es importante resaltar que tanto para Schleiermacher como para Dilthey, el agotar todas las posibilidades de la interpretación era imposible, por lo que, al asociar el conocimiento de la realidad con el acto interpretativo, concluyen que un conocimiento total de la realidad se convierte en una acción imposible. El lenguaje como instrumento para dar cuenta de la realidad plantea en sí mismos sus propios límites.
5 En el caso de Heidegger, se llega al planteamiento de asumir la condición hermenéutica como la constitución ontológica del ser-ahí. Lo típico del Dasein será su condición interpretativa. Gadamer ve en la hermenéutica una posibilidad de explicación de las ciencias humanas de amplias implicaciones epistemológicas, ya que serían conocimiento sujeto a la interpretación, donde la historia y el arte se asumen como modelos.
6 El término cliente, aunque nos remite a un contexto eminentemente mercantil, debe ser leído como el término para designar al usuario que requiere emitir un mensaje visual y que acude con un profesional capaz de traducir su intencionalidad comunicativa a imágenes.
7 GADAMER, Hans Georg, Arte y verdad de la palabra, Paidós, (p.83)
8 Ibid., (p.86)
9 Es explicable la falta de una tradición hermenéutica entre los filósofos clásicos debido a que existe el debate entre éstos y los sofistas respecto al asunto de la verdad. El filósofo busca la verdad única y última de las cosas, el sofista en cambio busca lo verosímil, el discurso convincente y seductor. Platón es el primero en hablar de la hermenéutica pero como de una techné en el diálogo Ion donde se asume como simple transmisión de mensajes (dioses/hombres) (oráculos y poetas). El intérprete es un simple transmisor de anuncios de los que no necesariamente entiende el sentido. Al asumirlo como una techné, se le otorga un status inferior equiparable con el trabajo de los artesanos, forjadores o tejedores (arte de interpretar oráculos). Ser hermneus es ocupar siempre un segundo lugar ya que no proporciona un saber verdadero. Aristóteles por su parte hace esporádicas referencias a la hermenéutica, en las que en general se aleja del mito y los dioses y se centra más en su carácter práctico. Es la función mediadora entre el pensamiento y la palabra. Esta función mediadora es reiterada en el libro II de su tratado de lógica el Órganon conocido como Peri hermeneias. En este libro la hermenéutica es asumida como una parte de la gramática lógica que estudia la relación entre voz y significado por lo tanto se aleja, aún más que Platón, de lo actualmente se entiende por hermenéutica.

Fuente: garua007@hotmail.com

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